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Soldados muriendo por nuestra libertad |
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Mi ejército y sus soldados caídos defendiendo nuestra libertad, merecen respeto y no podemos permitir que pisoteen su memoria con una falsa y mezquina condena por genocidio, porque ellos, antes y después de ser soldados, eran indígenas y campesinos de verdad, no de los que sólo se colocan sombrero y toman el machete para ir a bloquear carreteras para que les regalen lo que deberían estarse ganando con su trabajo. |
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Formando Soldados
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¿Cómo se forma un soldado? ¿Qué aprende?... qué piensa. |
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Ya estábamos iniciando el segundo día en casa de Antonio y esa mañana se me hizo justo pedirle que me acompañara a Tiquisate, con la excusa de necesitar algo de un supermercado y estando en el supermercado compré varias cosas para la cocina de Antonio que estaba sufriendo con nuestra prolongada visita. Por supuesto que la prisa por volver y continuar con la historia pudo hacerle creer a la gente que me veía llenando la carreta, que yo era uno de esos compradores compulsivos cuyo único freno es justo la suma del limite de todas sus tarjetas de crédito. Porque, esa es la realidad, los que compran por incontrolable impulso, suelen tener colección de tarjetas de crédito, sólo por si, de casualidad, se hace necesario. Su mejor medicina sería no tener tarjeta de crédito ni de débito, porque de esa manera, cuando les ataque ese deseo de comprar algo, deben realizar un retiro en una agencia de su banco y, es allí, donde sus mejores aliados serán aquellos mismos que se benefician con su continuo endeudamiento, porque a quien no le daría tiempo a meditar su próxima compra mientras disfruta de esas lentas colas que no parece preocupar a varios bancos, a tal punto que sospecho que piensan: “Quieren dinero?, entonces que esperen”. como si olvidaran que se trata del pago de varios días de trabajo, que no se trata de un pago que recibirán sólo por sufrir, pacientemente, varias horas de cola. No se dan cuenta que bastaría con que tuvieran el dinero contado, que les enseñaran a tener paquetitos contados según las cantidades promedio y que no estén contando tres o cinco veces el dinero cuando la gente espera, pero bueno, algún día lo comprenderán.
Hubo un poco de resistencia en casa de Antonio para aceptar mis compras, pero notando mi buena intención e insistencia, aparte de mis bromas al respecto, aceptaron como suelen hacerlo nuestros amigos, aquellos que no se ofenden cuando les regalan algo de corazón. Antonio se acomodó en su butaca y todos comprendimos que había llegado la hora de retomar la historia. Ya los niños más pequeños habían sido excusados y aunque los mayorcitos no quisieran continuar, los adultos presentes habíamos olvidado que la intención era incluir a los niños. Para iniciar, todos estaban presentes, hasta la más pequeña, pero ya sabíamos que unos minutos después, disimuladamente se retiraría, seguida, un poco después, por los que eran un poquito mayores que ella.
Antonio continuó su relato:
Las dudas de la gente
- Aunque en son de crítica, no porque estén interesados en saberlo, porque bien podrían acercarse a preguntar, la gente dice: ¿Qué hacen los soldados todo el día encerrados? Seguro se la pasan durmiendo, viviendo la pereza, en lugar de salir a combatir a los delincuentes. También se preguntan ¿Por qué tanto tiempo entrenándose, como si tan difícil fuera agarrar una ametralladora de esas y halar el gatillo? Se preguntan muchas cosas de las que no les interesa la respuesta. Ustedes, en cambio, que tal vez no se han hecho esas preguntas, hoy recibirán respuestas y conocerán lo que allí sucede.
La Organización
- Les contaré lo que sucedió después de graduarnos como oficiales del Ejército de Guatemala, como ya les conté, elegí la infantería como mi especialidad y consecuencia de eso, fui nombrado comandante de Pelotón, en la Brigada Militar Mariscal José Victor Zavala, ubicada en la zona diecisiete de la capital
- Cuando lo más fresco de la noche se presenta, cuando las cuatro de la mañana está por ceder a las cinco: Se inicia el día haciendo deportes con los soldados, regularmente todos los integrantes de un batallón, o de una compañía. Las organizaciones tenían un ideal, tal como algunas empresas que no siempre tienen todas sus plazas llenas, también hacían falta soldados y sencillamente nos adaptábamos a eso. Pero, para que tengan una idea de cómo estaban organizados los soldados, se los describiré:
- Nueve soldados componen una Escuadra, entre esos nueve había un “Cabo” que era responsable de lo que hacía o dejaba de hacer su escuadra. Como sus ayudantes habían dos “Soldados de Primera” que se hacían responsables de la mitad de los integrantes de la escuadra, es decir: de tres soldados de segunda y de ellos mismos.
- Cuatro Escuadras forman un Pelotón y el responsable de cada pelotón era un “Sargento”, conocido también como “Sargento de Pelotón”, porque había otros soldados con el grado de “Sargento” pero no tenían un pelotón a su cargo y podrían ser “Sargentos de Almacen” y de otros asuntos que se tenían que supervisar por un soldado con un grado de responsabilidad aceptable. Un pelotón ya contaba con un comandante que regularmente era un oficial de reciente graduación, teniente, subteniente o un “Sargento Mayor”. Los sargentos mayores eran tratados como oficiales en muchos sentidos, con la única desventaja de que no había un grado mayor al que pudieran ascender.
- Cuatro Pelotones componían una Compañía, con un “Sargento” antiguo o un “Sargento Mayor” a cargo. Ser un “Sargento de Compañía” era un respetable cargo. El sargento de compañía, en la mayoría de los casos, era un soldado experimentado en la guerra en la montaña, de tal forma que los mismos oficiales le mostraban consideraciones especiales. Los sargentos de compañía solían ser aquellos soldados que no se limitaban a cumplir sus tres años de servicio y se quedaban “reenganchados” porque aún se sentían necesarios y no les pesaba servir un tiempo más a su patria, aunque en eso les fuera la vida. Las compañías tenían como comandante a un Capitán 1ro, Capitán 2do. o un Teniente antiguo, a punto de ascender a Capitán 2do. Además, la compañía solía tener un “Ejecutivo”, el Ejecutivo de Compañía era el segundo después del comandante de Compañía.
- Cuatro Compañías formaban un Batallón, de las cuatro compañías que formaban un batallón regular, tres, eran compañías de fusileros y la cuarta era una compañía de Armas Pesadas. Había un comandante de Batallón que solía ser un Teniente Coronel y un ejecutivo de Batallón que tenía el grado de “Mayor”. A los pelotones, compañías o batallones se les podía llamar “Unidades”, aunque se acostumbraba más nombrar así a las compañías. La disponibilidad de oficiales o lo peligroso de una misión, daba lugar a que oficiales de mayor rango, tomaran el mando de unidades a las que les correspondía un oficial de menor rango. También hubo casos en los que un oficial de menor rango, asumiera el mando de una unidad que debería comandar un oficial de rango mayor. Son cosas de la realidad.
- En una zona militar, comando, brigada o cuartel, solían haber dos batallones operativos y las compañías de apoyo. En las compañías de apoyo se encontraban muchos especialistas, personas cuyo oficio les permitía trabajar en el ejército sin ser soldados de combate. Las compañías de apoyo tenían mecánicos, panaderos, carpinteros, albañiles, plomeros, electricistas, tapiceros, cocineros y conductores. En algunas ocasiones, estos soldados especiales eran incluidos en misiones para que apoyaran a las unidades con sus habilidades y regularmente contaban con soldados ayudantes que tenían como misión aprender el oficio para su propia utilidad al dejar de ser soldados o para convertirse ellos mismos en especialistas al surgir una oportunidad. Los soldados ayudantes en la cocina, por ejemplo, podían ser los cocineros cuando la unidad a la que pertenecían estaba en la montaña.
- Hay mucho más que decir acerca de la organización, como las unidades consideradas de fuerzas especiales: Paracaidistas para el aire, Kaimanes para las operaciones anfibias y Kaibiles que concentraban todas las habilidades físicas que un soldado debería tener para ser considerado completo.
- Después del desayuno al que los oficiales acompañaban a sus soldados, se retiraban a desayunar ellos a un comedor de oficiales y, aunque se contaba con un plan de entrenamiento y de turnos de vigilancia que el personal debería cumplir, mientras se dirigían al comedor o al volver de él, era el momento de recibir instrucciones específicas para las actividades del día.
- Habían bromas y camaradería con algunos superiores cuyo carácter lo permitía, mientras que otros, tal vez muy conscientes de la guerra que se vivía en otros lugares, mantenían un semblante bastante grave, pero siempre se dirigían con respeto a sus oficiales superiores y subalternos. En un ambiente donde la forma de ejercer la autoridad que un grado militar otorga con relación a los subalternos, todos están expuestos a la crítica de los demás, no pueden pasar desapercibidos aquellos cuya autoestima depende de sentir que alguien les obedece, muchas veces pretendiendo compensar la ausencia de autoridad que sufren en sus casas. También están aquellos que, sólo ellos, creen que todos obedecen sus órdenes.
- Un día antes o al inicio del mes, cada oficial debía elaborar su “Plan de Lección”, un documento donde describía cómo impartiría el entrenamiento a sus soldados el día siguiente. La estructura del documento era sencilla y orientada a que se facilitase el aprendizaje a los muchachos que, en muchos casos, no sabían leer.
- La clase descrita aclaraba que se usaría el método “IOE” que significaba “Instrucción Orientada a la Ejecución” o dicho en otras palabras: “Aprender haciendo”.
- Se tenía que indicar la “anécdota” que se relataría a los soldados para atraer su atención e ilustrar el tema del que trataría la clase. Luego, se les indicaban tres o cuatro puntos destacables de la clase, lo que se esperaba que retuvieran como mínimo y después se describían las actividades que los soldados ejecutarían para poner en práctica lo aprendido. En otras secciones del documento se indicaba si estaría presente un enfermero, si se requería vehículos o armamento especial, para garantizar que el evento transcurriera sin novedad, interpretando la palabra “novedad” como un problema. Un oficial era sancionado si desarrollaba una actividad donde hubiese riesgo para los soldados y no haber coordinado enfermero y ambulancia para que estuviesen presentes y atender de inmediato a cualquier herido.
- Se pretendía que el oficial no fuera a improvisar mientras entrenaba a sus soldados y a pesar de esos controles, siempre hay algunos “maestros” que no se comprometen con la enseñanza, creen que saben mucho más que sus alumnos y eso les resulta suficiente. Son aquellos mismos que se vuelven grandes amigos de sus alumnos porque le permiten descansar la mente, no hay reto por parte de ellos y parece que han alcanzado un grado iluminación que les permite comprender que “La vida les enseñará lo que haga falta, para qué hacerlos sufrir desde ya”. Son parientes de aquellos que se preocupan más por “demostrar quién manda” en la clase, que por enseñar. Muy cercanos también a los que usan la clase para demostrar que no hay en el planeta alguien que sepa más que ellos en la materia, todos son unos tontos comparados con ellos, pero no tienen la habilidad de transmitir ese conocimiento con humildad y se deleitan con la admiración y frustración de sus alumnos. Había de todo, como suele haber en todos lados, pero la institución contaba con filtros muy efectivos para depurar a aquellos que no sabían qué estaban haciendo allí, aunque, en mi opinión, de mi grupo, no se quedaron los perfectos y entre los que se fueron, se fueron muy buenos prospectos de soldados, cuyo buen deseo no resultó suficiente para superar las pruebas que la formación militar implicaba.
- Aparte del entrenamiento regular, habían cursos especiales para soldados, donde se creaban circunstancias extremas de las áreas de combate y eran puestos a prueba por varios días para medir su resistencia física, control mental ante la presión y cuánto habían aprendido en su entrenamiento regular. De esos cursos, soldados de segunda pasaban a ser sargentos, cabos pasaban a ser soldados de segunda y una serie de ascensos que permitían tener a los mejores soldados en cargos especiales, siempre teniendo criterios básicos como no ascender a un soldado muy nuevo porque aún con todo y su talento, debe tener tiempo para ganarse el respeto de sus compañeros.
- Así como en el día, todas las noches, se organizan dos grupos para vigilar en puntos de control distribuidos en el perímetro del comando militar. Los turnos están programados de manera que el soldado comprende cuándo le corresponde “turno” nocturno y diurno. Los turnos nocturnos, de manera automática, cuando la cantidad de soldados es la aceptable en el comando, les genera un día de descanso o “franco” como también le llaman. Los días cercanos a su fecha de pago, si se le puede llamar pago al dinero que recibían, eran los preferidos para tener un “franco”, porque podrían salir y disfrutar, según ellos, con bebidas y muchachas de las que prestan sus servicios. Esta práctica de visitar burdeles no era propia de los soldados, eran hábitos que la mayoría ya tenía antes de ser soldados, porque, para los que no lo saben, en el interior, existen “extrañas” formas de probar que un niño se ha vuelto hombre, empujándolo a experiencias que no deberían ser necesarias para probarlo.
- Las noches que a un grupo de soldados no les correspondía turno nocturno, eran aprovechadas por sus comandantes para platicar con ellos. Era una o dos horas de conversación donde se les pedía opinión sobre diversos temas y luego el oficial daba su opinión en forma de consejo, con la intención de hacerlos conscientes de la razón de su entrenamiento, de la guerra que se vivía en la montaña, del riesgo que correrían si no se entrenaban responsablemente, de la importancia de trabajar en equipo porque la vida de todos dependería de cada uno. Imaginen a varios muchachos después de pasar el día con una rutina donde incluían risas y bromas entre ellos, ahora sentados, absolutamente serios y algunos hasta asustados, prestando atención y mirando al que les decía que algunos de ellos morirían, que había gente interesada en asesinarlos y era necesario ir a enfrentarlos para que no hicieran como en otros países, que llevaron la guerra a las ciudades poniendo en peligro a muchas más personas. Nadie preguntaba nada cuando el tema tenía que ver con la muerte. Allí estaban esos niños, siendo preparados mentalmente para una misión que nunca debió ser necesaria: Pero lo fue. Casi todos menores de diecinueve años, incluso había algunos menores de dieciocho años que dijeron ya tener los dieciocho cuando se presentaron a cumplir su servicio militar y otros porque su tamaño corporal hizo creer que ya tenía los dieciocho años al que lo llevó a la fuerza. Qué fácil hubiera sido para los muchachos no ir a la guerra si hubiese sido un requisito contar con su cédula de vecindad, porque sencillamente no la hubieran ido a tramitar.
- Pero los mismos que los asesinaban, tal vez por un asomo de cargo de conciencia por estar asesinando niños, eran los principales detractores del ejército por reclutar niños, pero ahora que pretenden pisotear la memoria de los que asesinaron se comprueba que no era cargo de conciencia, sólo les movía el terror a un pequeño guerrero que estaba dispuesto a dar la vida por su país.
- Ahora que recuerdo las cosas que sucedieron, considero que era bastante joven para lo que hacía, pero la Escuela Politécnica había invertido tres años en para preparme física y mentalmente para entrenar a esos muchachos y, no sólo hacerles conscientes del peligro que correrían sino también de lo necesario que era. Aunque la diferencia en años era poca, me respetaban sinceramente y con ellos comprobé que los seres humanos, en su más tierna edad, es cuando están dispuestos a correr graves riesgos por una noble causa. Es lo mismo que utilizan aquellos que, ofreciéndoles una familia o un grupo de personas que están dispuestos a morir por él, lo engañan para que no advierta que sólo quieren que él esté dispuesto a morir por ellos. Tenemos un ejército de niños que, cuando fue necesario, muchos de ellos dieron la vida por nuestra libertad de hablar y ahora, no esperan que demos la vida por ellos, pero ejerciendo ese derecho que nos compraron con su sangre, alcemos la voz por ellos. Por eso estoy contando mi historia, nada más.
- El ejército tenía cuidado de aquellos muchachos. Por parte de cada comando militar se coordinaba con CONALFA para que asignara maestras que enseñaran a leer y escribir a los soldados. No estaba limitado a los que no sabían leer y escribir. También asistían los que deseaban completar su primaria o básicos. Conocí soldados que después de estudiar alguna carrera, continuaron en el ejército como especialistas y otros que estudiaron hasta graduarse en una universidad, fueron considerados para ser oficiales asimilados.
- Lamentablemente, por el veneno que inyectaron los izquierdistas en muchachos de la universidad estatal, los soldados procuraban disimular su vínculo con el ejército, para evitarse problemas con los fans del Che Guevara, Karl Marx, Engels y otros personajes de la misma línea.
- Es necesario reconocer que los soldados conocían a sus comandantes muy bien. Aquellos oficiales que en la Escuela Politécnica fingieron alguna enfermedad para no sufrir todas las pruebas, eran los más crueles en los entrenamientos y en los castigos, porque no habían saboreado todo lo necesario para ser conscientes con sus soldados. Aquellos que sufrieron todos los castigos y pruebas en la Escuela, pero sin meditar el propósito de ellos, muchas veces eran jefes bonachones que toleraban indisciplinas y faltas que afectaban negativamente la eficiencia de las “unidades” militares a su cargo. Lo correcto es, como deberíamos actuar con nuestros hijos: castigarlos cuando no respetan la autoridad de sus padres, pero sin ceder a la ira que castiga insensiblemente.
- Siempre procuré aclararle a mis solddos que no me provocaba placer castigarles, pero que comprendía que era una de mis responsabilidades necesarias para la correcta formación de ellos. Los castigos en la vida militar, en la mayoría de los casos, aparte de la exigencia física y mental, pretendían que el soldado se hiciese más fuerte física y mentalmente, para que las situaciones de riesgo a las que estarían expuestos no les resultaran imposibles físicamente ni los colapsaran mentalmente, por eso nunca hemos asistido a un mundial de futbol, porque los jugadores creen que la preparación mental es una serie de charlas para animarlos. Elijan a cinco kaibiles para que entrenen mentalmente a la selección de futbol con la libertad de desechar a los que no sirven, aunque sean hijos de diputados o ministros, entonces, no sólo iremos, sino que tendremos una representación digna en ese lugar.
- Así era la preparación de los soldados, no se trataba solamente de entrenamiento físico, manejo de sus armas, asumir responsabilidades, comprender criterios básicos de operaciones en la selva y comprender que sus vidas estarían en juego, en realidad eran expuestos a situaciones donde la presión mental y física se combinaban hasta hacerles fuertes, de manera que no se quebraran física o mentalmente cuando la situación era similar a lo peor que podrían encontrar en una montaña tomada por un enemigo que peleaba sucio.
- El ejército tuvo que aprender sus cosas. En un principio se creyó que, por los riesgos de los que se les había hecho conscientes, la mayoría de los soldados desertores era por cobardía, porque tenían miedo de morir y habían decidido huir. Pero un breve análisis permitió comprender que los muchachos ya no se presentaban después de un descanso cercano a la feria de su localidad, porque para ellos era el evento más importante de sus vidas y donde veían a las muchachas más lindas de sus paisanas. A partir de eso, era una ley otorgarle permiso a los soldados que quisieran asistir a la feria de su localidad y el número de desertores descendió dramáticamente. Sólo eso les pedía el corazón a los muchachos que estaban dispuestos a morir por su patria: Ver a sus chicas.
- Habían aldeas donde los muchachos pasaban a ser considerados “hombres” sólo después de haber prestado su servicio militar, especialmente de Baja Verapaz y Alta Verapaz. Otros eran enviados al ejército para que aprendieran a leer y escribir, mientras que otros querían aprender “castilla” como decían ellos mismos. Recuerdo el caso de un soldado que comprendía muy poco español pero no lo hablaba en absoluto y en un rato libre le pedí que me enseñara su dialecto, pero se negó rotundamente y cuando se lo ordené enérgicamente me miró suplicante diciendo en su dialecto, con voz temblorosa, algo que me tradujo un compañero suyo que yo ya tenía junto a mí: “Dice que él quiere aprender castilla, no que usted aprenda su dialecto”. Me conmovió su expresión y suavizando el semblante donde aparentaba mucho enojo, le di una palmada en el hombro y le dije que aquel soldado que estaba conmigo, quedaría encargado de enseñarle castilla.
- Suceden muchas cosas en los cuarteles, pero nada truculento como algunos suponen malintencionadamente. Allí hay un montón de niños con malos y buenos hábitos que se deben pulir para contar con un soldado. No sería posible enseñarle disciplina a un muchacho si se le abandona para que haga lo que bien le parezca. No todos los soldados son buenos, hay gente mala en todos lados, pero las actividades de los comandos militares no están orientadas a la perfección en la selección de recurso humano, sino que pretende contribuir a la formación del ser humano, haciéndole consciente de su realidad, su país, su mundo.
- ¿Qué hacen nuestros soldados viajando a otros países para apoyar en conflictos ajenos? Es una pregunta que muchos han de pensar. La respuesta podría ser complicada si no se lo preguntan buscando una respuesta sino sólo cuestionando lo que no saben ni les interesa saber. Pero la respuesta es muy sencilla: Vivimos en un mundo donde hoy nos necesitan y más tarde nosotros podríamos necesitar de otros. Si un país considera justo apoyar una causa y decide enviar a sus soldados, un soldado no está en posición de cuestionar esa decisión y la acata entendiendo que, aunque sea en otro país, le está prestando un servicio a su propia patria. Un soldado no es de izquierda ni de derecha, sólo es un soldado que defenderá la ideología que su gobierno adopte, no la cuestiona y eso es algo que han tardado en comprender los izquierdistas y por eso se han ensañado tanto con nuestros soldados y han peleado con colmillos y garras para sacarlos del escenario o asignarles tareas que no corresponden al entrenamiento que recibió ni a la motivación que le convirtió en soldado: Una Guatemala mejor.
- Eso que les he contado, les dará una idea de lo que sucede en los cuarteles. Es una realidad imperfecta que no faltará un resentido que tome fragmentos de mi relato para torcerlos a su pervertida conveniencia.
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En memoria de los soldados que dieron su vida por Guatemala
y de miles de humildes hogares que perdieron un ser querido defendiendo nuestra libertad: www.miEjercito.com
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Cuando los guatemaltecos conozcan y valoren la verdad, la patria honrará a sus soldados diciendo: Gracias humilde soldado, porque diste tu vida por la libertad de tu pueblo. |
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Condenar de genocidio a un soldado de Guatemala, es condenarlos a todos, incluso a los que murieron a manos de los que hoy pretenden esta farsa de juicio. No importa cuántos años tengan derrochando el dinero de sus cómplices con vallas publicitarias hablando de genocidio. Tampoco importa cuán expertos sean para mentir dramáticamente, la verdad es que nuestros soldados eran indígenas y sólo en una mente enferma puede caber la idea que se les daría la orden de asesinar indígenas. Decir que nuestros soldados obedecían la orden de asesinar indígenas o pobres, es insultar la inteligencia de los guatemaltecos que aman la verdad y la paz. |
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