No hubo genocidio alguno en Guatemala y es falso presentar los hechos como una confrontación entre los campesinos indígenas y un ejército al servicio de los mestizos o 'ladinos', como se conoce a estos en el país. En primer lugar porque el ejército atacó a los indígenas sólo cuando estos, presumiblemente, estaban colaborando con la guerrilla, aunque haya habido muy poco cuidado para identificarlos bien y se haya procedido a actuar sin contemplaciones; en segundo lugar porque la tropa del ejército, y una cierta parte de su oficialidad, estaba integrada también por indígenas, quienes eran los ejecutores prácticos de los actos represivos, y resulta bastante absurdo pensar que fueran integrantes del propio grupo de las víctimas los que se dedicaran a realizar algún tipo de "limpieza étnica"; en tercer lugar porque el bando guerrillero no estaba conformado realmente por indígenas sino, en su gran mayoría, por personas de origen urbano, normalmente ladinos, al punto de que en el campo eran conocidos como "los canches", o sea, los rubios o personas de tez y pelo claros.

Muchos actos de brutalidad y muchas ejecuciones, además, fueron realizados por los propios campesinos, mayoritariamente indígenas, organizados en las llamadas Patrullas de Autodefensa Civil (PAC), que colaboraron estrechamente con el ejército en su combate a los guerrilleros pero que, en muchas ocasiones, actuaron también de un modo bastante autónomo. Las PAC llegaron a tener casi un millón de hombres y, por lo tanto, no pueden ser consideradas como las representantes de una minoría en un país que tenía, por esos tiempos, entre 5 y 6 millones de habitantes. Las PAC actuaron también sin contemplaciones, como lo hicieron todos los grupos involucrados en un conflicto que resultó prolongado y despiadado, pero donde nadie trató de eliminar grupos humanos por razones étnicas o culturales. Lo que se quiso fue destruir la base de apoyo de las guerrillas en los puntos específicos donde se creía que se concentraba tal respaldo, mientras que los guerrilleros atacaron al personal de ejército sin discriminación, tratando de causarle la mayor cantidad de bajas posibles, mientras a la vez combatían las clases sociales consideradas como enemigas eliminando a sus miembros cuando les parecía conveniente. Si la mayor parte de los muertos en el conflicto fueron campesinos e indígenas ello se debió no al deseo de eliminarlos como grupo sino al hecho obvio de que eran el sector más débil de todos los que se vieron involucrados en el conflicto y de que quedaron atrapados "entre dos fuegos", sin mayores posibilidades de defensa, al menos en los primeros años.